La primera vez que vi una Nutria me fascinaron sus barbas y sus bigotes. En seguida me dí cuenta de que estaba ante un señor y dejé de mirarlo avergonzado de mi descaro.
El Sr. Nutria es como una enorme rata con cara de librero y piés de ornitorrinco. Tiene unos dientes enormes y tan amarillos como si llevara años fumando en pipa. Cuando nada, las ondas que producde en la superficie desfiguran por un instante el fondo. El Sr. Nutria sale del agua y nos mira levantando los bigotes como mi padre cuando lee por la parte baja de los lentes, concentrado pero a la vez un poco escéptico, hasta que por fin parece comprender que no somos interesantes. Resignado del mundo el Sr. Nutria se da la vuelta y vuelve a internarse en las aguas del canal como un librero entre sus bibliotecas.
Imagen de Jan Rillich, detalle.