–Mamá, ¿mañana hay colegio?
–Sí.
–¿y al otro?
–Sí.
–¿Y al otro?
–Sí.
–¿Y al otro
–También.
–¿y al otro?
–No
–¿y al otro?
–Tampoco.
–¡¡¡Dos días seguidos sin colegio!!! –clamaba yo henchido de agradecimiento, seguro de que una cosa así sólo debía ocurrir una vez cada eternidad.
_______________________________
Imagen: Mi primos y yo (a lomos de un triciclo), uno de aquellos maravillosos días en los que no había colegio.