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Salgo del Noch Besser LebenVivir aún mejor, el mejor antro cultureta del barrio– y me encuentro un cartel azul, con esa calidad de diseño que se estila en Leipzig, de un pop elegante, frío, quizá demasiado cerebral  o, en palabras más simples, bastante poco sexy… pero rebosante en todo caso de una bellísima y profesional credibilidad (o Glaubwürdigkeit, como se dicen en Alemán, mezclando las palabras creer –glauben– y dignidad –Würde– y llevando el término más allá de lo creíble a lo digno de ser creído, algo que hoy, que se dicen tantas cosas, se ha vuelto casi exótico).

Los estudiantes de Leipzig hacen campaña contra Amazon por las horribles condiciones de trabajo que se dan en la sede que la empresa tiene en la ciudad y lo hace de un modo de lo más original. La campaña propone a la gente –o más bien avisa de– que no compren en Amazon, sino animándo a que compren y mucho…   para luego devolver lo comprado a la empresa deslizando en el paquete una nota en la que exijan dignidad y justicia, decirles simplemente que son unos cabrones, o soltarle simplemente lo que piensan. Quizá el cartel sea frío y la idea ingenua, pero la acción desde luego tiene su poesía.

Ellos, estudiantes, desde los informáticos hasta la mano de obra más ignorante en nuevas tecnologías, son la principal fuerza de la empresa y también su primera fuerza de consumo, el mismo modo que los trabajadores de las fábricas Henry Ford fueron un día los usuarios de los coches que producían. Lo curioso es que si para conseguirlo Henry Ford tuvo la genial idea de doblar de la noche a la mañana el sueldo de los trabajadores y reducirles la jornada, convirtiéndolos en compradores potenciales de los coches que ellos mismos producían y deseaban, símbolo de la incipiente clase media americana; en cambio, hoy Amazon, en el universo del consumismo ya asentado  y la sacrosanta impunidad empresarial….  no necesita hacer absolutamente nada.  No tiene que hacerlo. Es Amazon. ¿No lo veis?

Hace poco alguien compartió un enlace a una web donde se podían ver un montón de películas de ciencia ficción clásica. Una de ellas era por supuesto Metrópolis (Fritz Lang, 1927), joya de la ciencia ficción y el cine expresionista alemá, que salía en la lista de películas –¡por dios, otra lista!– con un cartel precioso. Cuando ahora veo el cartel de la no-huelga de Amazon, las dos imágenes del cartel se funden en una sola, un encaje extraño, biomeánico, un crack intelectual, un pequeño chispazo… luego la calma inquietante de la siniestra coherencia contemporánea. Joder. La realidad representada por Amazon se parece a la de la película de Metrópolis como una puta profecía.

Metrópolis: En la superficie del mundo, una parte de la humanidad disfruta de un entorno bellísimo y ligero, bendecido por un desarrollo tecnológico maravilloso …mientras en los subterráneos de ese mismo mundo la otra parte de la humanidad trabaja en condiciones de mierda con contratos de mierda para que la utopía sea posible.

Amazon: en la apariencia superficial del mundo una parte de la humanidad disfruta de smartphones, gadgets y todo tipo de aparatos interconectados, ligeros, sin cables ni preocupaciones, ofreciendo cualquier cosa que sueñes en soportes digitales de enorme belleza con solo deslizar el dedo… y pedirla por Internet. Mientras que, si no en los fascinantes subterráneos del infierno expresionista, sí en los almacenes donde se empaquetan los pedidos a toda prisa, en la asfixiante atmósfera psicológica de los call centers y por supuesto en las habitaciones de los miles de programadores freelancers que compiten desde casa con otros freelancers en la India y China, con precios de la India y de China, –los Turks (Turcos) como los llama el mismo Amazon–, en definitiva, un montón gente, trabaja en condiciones de mierda, con unos contratos de mierda, para que la utopía Amazón funcione.

La diferencia entre el mundo Metrópolis y el mundo Amazon–y esto es lo mas monstruoso– estriba en que en el mundo Amazon estas dos humanidades son  la misma: la menguante clase media, entregada a lujos como Amazón mientras lucha por llegar a fin de mes. Desde luego, las distopías de hoy ya no son como las de antes.

Imagen: Collage: «Maria» legendario robot de la película Metrópolis, interpretado por Brigitte Helm en 1927, en medio de un montón de burdas cajas de Amazon.

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2 thoughts on “Amazon y Metropolis, un horrible parecido y una perversa diferencia

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