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Industria y cultura. El cóctel de Plagwitz. Los trabajadores de la fábrica que en nuestro barrio tiene la Siemens se manifiestan, ¿cómo? Con mucho arte. Yo no le tengo especial simpatía a Siemens pero si a que la gente se logre exprese elocuentemente con la creatividad. La elocuencia es importante. He visto muchas manifestaciones con arte, pero en la mayoría de los casos o bien no se entendían lo que revindicaban o bien se diluía toda la potencia de su enfado, convertido por el arte en un acto festivo. Porque sí, porque si no siempre feliz, el arte es siempre una forma de felicidad.

Porque sí, porque si no feliz, el arte es siempre felicidad.¿Y cuál es su enfado? En este caso, según me dijeron, que Siemens esté discutiendo estos días en Múnich si cerrar la fábrica que tienen aquí, en contra de lo cual ellos se han puesto en acción, apoyados por Die Linke (la izquierda) y sindicatos, con una recogida de firmas online,  encargando a un buen diseñador gráfico un cartel que expresara bien lo que está pasando y algo más de arte, que aquí nunca es difícil de encontrar (y lo agradecemos).

Siemens se queda en Plagwitz

Lo que me impresiona de esta acción no es sólo que utilicen el arte, sino que para empezar, lo hagan empezando por comprender la realidad del barrio en el que trabajan y su lugar en él: Plagwitz es cultura pero también es industria. Lo que revindican, no es ya lo importante que es para ellos que es quedarse en Plagwitz sino lo importante que es para el barrio que ellos estén aquí.

En la ecuación industria y cultura rara vez la amenazada es la industria pero cuando lo es hace el mismo daño Bach, Mendelssohn, Wagner, Schumann, Mahler…  ciudad de la música clásica, Leipzig hoy cuenta además una producción indie de mucha calidad y una intensa escena electrónica conocida por sus open-airs, fiestas al aire libre, la mayoría ilegales y sin embargo toleradas por unas autoridades que comprenden su valor.  Llena de espacios libres para la acción tras el desmantelamiento de la RDA e imbuida del espíritu de solidaridad heredado quizá en esos duros años, Leipzig es además un foco de arte contemporáneo, creatividad y proyectos que para algunos ya es tradición comparar con Berlín, saturado de sí mismo…

Beneficios o humanidad, Plagwitz

Sin embargo, uno mira a su alrededor y puede ver fábricas de coches, tecnología, metalúrgicas, incluso un puto Hub de Amazon…  y entiende que la de de Leipzig es una población intelectual pero también una población trabajadora, formada por gente que vive de hacer posible los objetos y sistemas del mundo cotidiano. A esta mezcla entre tradición cultural e industrial se debe la base de su encanto:  la sana ecuación industria y cultura como una ciudad de trabajadores en la que además puedes ser creativo y una ciudad de artistas a la que seas o no creativo siempre puedes venir a trabajar. Y si bien es cierto que no es la panacea en cuanto a sueldos, que en el Este siguen siendo más majos 30 años después de la reunificación, no menos cierto es que en ella ni te aburres intelectualmente como en Darmstadt ni te angustias tanto con la precariedad de Berlín.

Dentro de ese paisaje, Plagwitz es uno de los barrios más representativos de esa mezcla, bendecido con una intensísima actividad cultural y constantemente amenazado por la gentrificación. Si hoy busca una imagen de Plagwitz y lo primero que encontrarás será probablemente el Westwerk un antiguo y bellísimo complejo industrial, hoy convertido en talleres de artistas, oficinas de pequeñas empresas y espacios para exposiciones. A unos cientos de metros, en la escuela de formación profesional que la Porsche tiene aquí para jóvenes interesados en los coches y la mecánica, se aloja esta semana la Kunstmesse, feria de arte.

Los trabajadores de Siemens comprenden esto y se manifiestan haciéndolo visible: ¿cómo? Sacando ellos mismos aquello que complementa la presencia de su actividad: el arte que les rodea.

Plagwitz. Cartel de Industrie+Kultur=encanto

Lo curioso es que en la ecuación industria + cultura rara vez la amenazada es la industria… pero lo es y hace el mismo daño. Si bien la industria sin cultura quedaría reducida a producción sin pensamiento crítico, la cultura sin industria, teniendo en cuenta el escaso dinero que mueve el pensamiento, probablemente obligaría al barrio a concentrar los ingresos de la mercado de su propia belleza, el turismo y la gentrificación.

¿Es la gentrificación culpable de que desmantelen una fábrica y sus trabajadores se tengan que ir? No lo sé, pero como cualquiera de los que vivimos aquí, está claro que no quieren marcharse. «Industria y cultura», dicen, «el cóctel de Plagwitz»…  Siemens se queda

Industrie+Kultur=encanto. Plagwitz

Imagenes:  archivo de Instagram de Oficina de Latentes. Excepto el poster, que el creado para la acción Siemens bleibt in Leipzig (Siemens se queda en Leipzig).

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