Hoy es San Jorge, patrón de Barcelona, famoso por haber vencido a un dragón. San Jordi y especialmente el dragón son hoy un símbolo de la ciudad, repetidos como motivos en su arte y su fascinante arquitectura local. ¿Qué son sino escamas las tejas de la casa Batllo?
Hoy es también el aniversario de la muerte de Miguel de Cervantes Y William Shakespeare, que murieron el mismo día y el mismo año, aunque según calendarios diferentes, pero es igual, la poesía de que sea así es más feliz que la diferencia.
Por eso, hoy se conmemora el Día del Libro y especialmente en Barcelona, se celebra con una hermosa tradición: se regalan libros y rosas, dos de las cosas más hermosas que se puede regalar.
En principio, la tradición era que las mujeres regalaban libros a los hombres y los hombres les regalaban rosas a ellas. Luego alguien se dio cuenta de que había algo tonto en aquello: ¿acaso las mujeres no leen y los hombres no son felices al recibir flores?7
Entonces todo el mundo empezó a regalar un libro con una rosa. Hoy como entonces, la gente sale a la calle, la ciudad burbujea de sonrisas, historias y palabras. Uno querría estar en Barcelona.
Yo no vivo en Barcelona, pero estuve allí una vez un 23 de Abril y pude vivirlo. Y desde entonces me dejo acompañar por la tradición todos los 23 de Abril, allá donde esté. Hoy se regalan pues libros y rosas también en Leipzig, Sajonia, la Alemania oriental.
Querida Barcelona, queridos dragones, feliz San Jordi. Querido lector, feliz Día del Libro, espero que lo estén celebrando con mucho amor por la literatura, muchos libros y rosas por doquier.
La foto, que esta vez la comento con letras grandes dentro del post, con enorme cariño. Se trata de la Estatua de San jorge luchando con el dragón (Nicolaiviertel, Berlín), una de mis esculturas favoritas, facinante por la capacidad casi psicológica de retratarlos a los tres. El dragón no aparece como una bestia enorme, sino como un animal que se defiende temblando de furia y de miedo que cualquiera sentiría al verse atacado por un guerrero a caballo. Me gusta su piel, tan real, tan orgánica. Me gusta cómo hunde sus uñas en la piel del caballo, como cuando el Plutón de Bernini agarraba por los muslos a la ninfa, hundiendo los dedos en la carne de los muslos, dotando al mármol de vida y sensualidad. Me gusta el modo en que enrosca el rabo a la pata del caballo, sujetándolo. Me gusta la expresión del horror que se apodera del caballo, dirigido por el hombre contra una bestia. El dragón está fuera de sí. El caballo está fuera de sí. Solo San Jorge mantiene la serenidad y la entereza, símbolo de la razón sobre la bestialidad, pero también indiferente al sufrimiento de un mundo natural que domina como especie.
La fotografía es de Axel Mauruszat, con licencia bajo atribución, publicada por wikipedia.